lunes, 30 de septiembre de 2013

EL DIALOGO CON MAS

Dialogar con Mas, ¿para qué?

15 de Septiembre de 2013 - 08:41:38 - Luis del Pino - 49 comentarios
Resulta preocupante, porque enturbia el debate político, la tendencia a utilizar determinadas palabras neutras como si fueran sinónimo de virtudes, cuando no lo son.
Una de esas palabras comodín es "tolerancia". No resulta raro escuchar a personas de todo tipo ensalzar la tolerancia o expresar la necesidad de ser tolerantes, pero, sin embargo, la tolerancia en sí no es ni buena, ni mala. Ser tolerante con quien vota a un partido político distinto del tuyo suele ser buena cosa, pero no creo que a nadie se le ocurriera predicar que hay que ser tolerante con los violadores en serie o con los maltratadores. Por tanto, decir que hay que ser tolerante es tanto como no decir nada, a menos que uno especifique qué es lo que hay que tolerar.
Otra palabra que solemos ensalzar sin motivo es "unidad". ¿Cuántas veces hemos oído a líderes políticos hablar de que falta unidad en el partido? ¿Cuántas veces hemos escuchado el mantra de la necesaria "unidad de los demócratas"'? Y, sin embargo, la unidad no es, en sí misma, ni mala, ni buena. Si un líder corrupto, por ejemplo, pide unidad a su partido, la unidad se convierte en un instrumento al servicio de una mala causa y es, por tanto, inherentemente mala.
Un tercer ejemplo sería la palabra "diálogo". ¿Quién no ha oído frases hechas como "hay que dialogar hasta la extenuación" o "estoy dispuesto a un diálogo sin condiciones", como si el diálogo fuera, siempre y en toda circunstancia, una buena cosa? Pero el diálogo - al igual que sucede con la tolerancia o con la unidad - no es más que un instrumento, cuya bondad o maldad dependerá de la causa a la que se lo aplique.
Un ejemplo lo tenemos en la carta que ayer le envió Mariano Rajoy a Artur Mas. En la carta, aparentemente correcta, Rajoy recurre de modo continuo a esa trampa conceptual consistente en dar por sentado que el diálogo es, en sí mismo, algo positivo. Por ejemplo, dice Rajoy en la carta:
"Siempre he sido -y creo haberlo demostrado- una persona comprometida plenamente con el diálogo como forma de resolver las diferencias políticas o de cualquier otra índole."
Si se fijan, esa frase, sin cambiar una coma, podría perfectamente haber sido utilizada por Zapatero para justificar, por ejemplo, el diálogo con ETA. ¿Qué es la negociación con ETA sino un intento de resolver "diferencias políticas o de cualquier otra índole" a través del diálogo?
Por tanto, con esa frase en la que Rajoy parece presumir de una virtud (su tendencia al diálogo), en realidad no nos está diciendo nada sobre lo positivo o negativo de su actitud. Para saber si esa tendencia de Rajoy es positiva o negativa, hace falta saber primero a qué objetivos aplica Rajoy ese instrumento llamado "diálogo".
Porque lo cierto es que Rajoy aplica ese instrumento de manera muy selectiva. Por ejemplo, el mismo Rajoy que presume de dialogante con Artur Mas ha sido incapaz, durante años, de sentarse en una mesa con determinadas víctimas que rechazan la rendición ante ETA. O con las víctimas que piden la verdad sobre el 11-M. O con los padres que invocan su derecho constitucional a educar a sus hijos en español. Rajoy dialoga, sí, pero solo con quien quiere. Con los nacionalistas, parece siempre dispuesto a dialogarlo todo, pero con sus votantes y con aquellos a los que debería defender, no dialoga nunca.
Así pues, preguntémonos qué es lo que Rajoy nos está diciendo cuando le ofrece a Mas un "diálogo sin fecha de caducidad". ¿Es eso bueno o malo? Para responder a esa pregunta, tenemos que hacernos otra pregunta previa: ¿de qué quiere dialogar Rajoy con Mas?
Si Rajoy ofrece a Mas diálogo, quiere decir que está dispuesto a encontrar una posición intermedia entre las dos posiciones de partida enfrentadas. ¿Me puede alguien decir cuál es la posición intermedia entre celebrar un referéndum de secesión y no celebrarlo? ¿Celebrar, tal vez, medio referéndum?
¿O lo que Rajoy le está ofreciendo a Mas es cambiarle el referéndum por otra cosa? En ese caso, ¿qué es lo que Rajoy va a ofrecerle a Mas? ¿Qué más se puede ceder ya ante el nacionalismo?
¿Le va a dar dinero? ¿Y a qué otros españoles se lo piensa quitar?
¿Le va a dar más competencias? ¿Cuáles, si ya el estado central está en los huesos?
¿Le va a dar barra libre para saltarse la Ley? Eso ya lo tienen. Lo llevan haciendo en el terreno educativo décadas.
¿Le va a ofrecer inmunidad para corruptelas y chanchullos? Eso se da por descontado, viendo cómo el gobierno de Rajoy ha indultado a corruptos nacionalistas.
Entonces, ¿de qué narices va a dialogar Rajoy con Mas? Sea lo que sea lo que Rajoy ofrezca, será siempre a costa de los españoles, que somos quienes pagaremos la factura, bien en forma de dinero, bien en forma de pérdida de libertades y derechos.
Como decía al principio, el diálogo no es, en sí mismo, ni bueno, ni malo. Dialogar con las víctimas de un atentado terrorista para reconfortarlas y ofrecerlas apoyo, por ejemplo, es siempre bueno.
Pero dialogar con protodelincuentes que amenazan con convocar referendos ilegales no es - no puede serlo - buena cosa. Porque a lo más que podrías aspirar es a comprar el desistimiento del protodelincuente, lo cual equivale a recompensar a aquellos que amenazan con cometer un delito.
La Ley, señor Rajoy, una vez promulgada, no se discute, ni se somete a diálogo: simplemente se aplica.
Así pues, ¿sería usted tan amable de informarnos de qué piensa dialogar con Artur Mas? ¿O es que los españoles no nos merecemos que usted se rebaje a dialogar con nosotros?

LAS CLOACAS

 CLOACAS Y  CATALANES


Informaba ayer e-noticies del comunicado conjunto de diversos grupúsculos de ultraderecha en el que amenazan con nuevos actos similares al ataque a la librería Blanquerna, del que dicen que es solo "el primero de los pasos".
Hace tiempo que en el entorno de la ultraderecha española no se mueve una hoja que las cloacas del estado no quieran que se mueva. No en vano, desde que en 1981 se creara la Brigada Antigolpe tras el 23-F, se han dedicado cantidades ingentes de personal, tiempo y recursos a infiltrar, controlar y desactivar ese segmento ideológico.
De tal modo que la ultraderecha es hoy en España, y desde hace mucho tiempo, tan solo un espantajo que se saca a pasear cada vez que interesa. Cada vez que interesa a las cloacas del estado, claro está. Por ejemplo, no había manifestación de víctimas del terrorismo a la que no nos mandaran una y otra vez al mismo grupillo de fascistas de opereta para que los medios de comunicación de izquierda pudieran sacar la foto de una bandera con el águila de San Juan, aunque a su alrededor hubiera cien mil banderas constitucionales.
En la España de hoy, el problema es que, por mucho que se ayuda al nacionalismo catalán a obtener victorias simbólicas, los españoles se siguen negando - cerriles ellos - a aceptar el paso pactado al modelo confederal del estado (única manera de que el chiringuito actual se mantenga en pie otro poquito).
Así que nuestras queridas cloacas han decidido sacar a pasear de nuevo el espantajo de la ultraderecha, para reforzar la legitimación del separatismo. El mensaje que se intenta transmitir es muy simple: los separatistas son demócratas, mientras que el unionismo es fascista. Porque los separatistas solo piden poder votar y se dedican a hacer pacíficas cadenas humanas, mientras que los unionistas atacan librerías, amenazan y exhiben una estética siniestra, que rememora todos los horrores. Además, los pacíficos demócratas separatistas son muchísimos, mientras que los unionistas fascistoides son cuatro y el del tambor.
Se trata de un mensaje simple, pero que ha demostrado ser bastante efectivo en pasadas ocasiones.
Sin embargo, ahora no les va a resultar tan fácil manipular a la opinión pública por esa vía, porque las redes sociales aseguran que la información circule con mucha mayor fluidez. Y cuando, por ejemplo, se divulgan los vínculos familiares de alguno de los atacantes de la librería Blanquerna con el ministro de Defensa y con la secretaria general del CNI, a mucha gente se le ponen los pelos como escarpias.
Pero, aunque las posibilidades de éxito sean escasas, nuestras queridas cloacas lo van a intentar de todos modos. Porque tampoco les quedan ya muchas otras posibles jugadas. Así que prepárense para que menudeen las noticias relativas a la ultraderecha en los próximos meses. Coñazo a la vista.
Somos el único país del mundo en el que las cloacas del estado se dedican a contribuir a la destrucción del estado, en vez de a defenderlo.

 ¡Spain is different!

LOS ENIGMAS DEL 11 M

Con respecto a la noticia que hoy publica El Mundo, ya he comentado el tema en numerosas ocasiones anteriores, pero merece la pena hacer un resumen de la cuestión.
  •  Según la versión oficial, en los trenes se usaron bombas con móviles, los cuales incorporaban una tarjeta telefónica. El lote de tarjetas se vendió en el comercio propiedad de Jamal Zougham y la sentencia del 11-M considera hecho probado que fue Zougham quien suministró esas tarjetas. Ese hecho, y el insostenible testimonio de dos testigos oculares rumanas que dicen que le vieron en los trenes, son lo que ha llevado a Zougham a la cárcel como único condenado por colocar bombas en los trenes.
  •  Sin embargo, aún aceptando esa versión oficial, la historia de la venta de las tarjetas hace aguas por todas partes:
  • En primer lugar, es absurdo que un terrorista "venda" a sus compañeros de comando un lote de tarjetas. ¿Zougham estaba dispuesto a poner bombas, pero no a poner de gratis las tarjetas telefónicas para fabricarlas?
  • En segundo lugar, ¿qué sentido tiene que el jefe del comando terrorista se pase por la tienda (¡dos veces, según consta en el sumario!) a por las tarjetas que le suministra otro miembro del comando terrorista? ¿No se podía hacer entrega de las tarjetas de las bombas de manera un poquito más discreta, en cualquiera de las reuniones que tuvieran para preparar el atentado?
  • Pero además, es que en el sumario consta que quien hizo esa venta fue un empleado de Zougham, no Zougham. Pero el juez Bermúdez ni siquiera llamó a declarar a quien en el sumario había realizado esa afirmación.
  •  Desde el punto de vista de la defensa jurídica de Zougham, probablemente sea correcto el agarrarse a estas circunstancias para denunciar la incoherencia de la versión oficial en este punto y solicitar que ese anule esa falsa "prueba" contra Zougham: sin cuestionar el conjunto de la versión oficial, se pide simplemente que se anule una parte especialmente escandalosa de la misma.
  •  Sin embargo, y aunque la defensa de Zougham no quiera entrar en eso, la cosa va, en realidad, mucho más allá. Zougham no pudo vender las tarjetas telefónicas usadas en las bombas, por la sencilla razón de que en las bombas de los trenes no se usaron móviles, ni tarjetas teléfonicas.
Como ya escribí en otra ocasión:
¿Por qué suponemos que en las bombas de los trenes había "tarjetas"? ¿Acaso porque en la mochila de Vallecas había una tarjeta telefónica? ¿Pero no está suficientemente claro ya, a estas alturas, que la mochila de Vallecas es más falsa que una moneda de 3 euros? Era una mochila que aparece en comisaría 18 horas después del 11M, que nadie vio en los trenes, que estaba preparada para no explotar y, lo fundamental: era una mochila llena de metralla, mientras que en las autopsias de los muertos del 11M no había metralla terrorista.

En suma: las bombas de los trenes NO PUDIERON SER como la mochila de Vallecas. La mochila de Vallecas es una prueba falsa, una prueba colocada. Por tanto, de la misma forma que el que la mochila de Vallecas llevara Goma2-ECO NO IMPLICA que las bombas de los trenes llevaran Goma2-ECO, el hecho de que en la mochila de Vallecas hubiera teléfono y tarjeta NO IMPLICA que las bombas de los trenes tuvieran teléfono y tarjeta. De hecho, como ya demostró Casimiro García Abadillo, todo lo del teléfono programado a las 7:40 es una completa filfa, un montaje.

Entonces, lo de que en la tienda de Zougham se vendieron unas tarjetas a El Chino no es más que un cuento chino. Ni las vendió Zougham, ni las vendió ninguno de sus empleados.

La inocencia de Zougham NO se deduce de que él no vendiera las tarjetas utilizadas en las bombas, sino que la inocencia de Zougham se deduce del hecho de que las bombas de los trenes NO UTILIZABAN tarjetas.

POLITICA - La curiosa historia de Boris I de Andorra



La curiosa historia de Boris I de Andorra


Borís Mihailovich Skossyreff Mawrusow

Aprenda usted de Boris.
Boris Skosirev nació en 1896 en Vilna, la capital de Lituania, que por aquel entonces formaba parte del Imperio Ruso.
Al parecer, Boris pertenecía a una familia de buena posición, y al estallar la Revolución Rusa en 1917, buscó asilo político en Inglaterra. Allí, su carácter simpático y su tremendo desparpajo harían que terminara colaborando con el servicio secreto británico, que le envió a varias misiones a Japón y Estados Unidos. Sin embargo, por motivos que desconocemos, en 1925 abandona su trabajo de espía y se traslada a vivir a Holanda, donde comienza a utilizar el inexistente título de Conde de Orange.
Como buen vividor, se propuso encontrar a alguna mujer que lo mantuviera y, efectivamente, en 1931 se acabó casando con una acaudalada francesa de Marsella diez años mayor que él. Y a la que pronto, como cabía esperar, comenzó a engañar con otras mujeres de menos edad.

Y siguiendo los pasos de una de esas mujeres, una joven inglesa, Boris trasladó su residencia a Andorra, donde continuó viviendo del cuento y haciendo ostentación de su inexistente título nobiliario. Pero, convencido de su propia facilidad para engañar a todo el mundo, cometió el error de ponerse a conspirar con algunos importantes andorranos para que le nombraran rey, lo que hizo montar en cólera al obispo de la Seo de Urgel, co-regente del principado. Por ello, el Consejo General de los Valles de Andorra decretó su expulsión del territorio el 22 de mayo de 1934.
Sin embargo, ni corto ni perezoso, Boris Skosirev empezó a moverse frenéticamente, concediendo entrevistas a medios europeos y americanos; trabando relaciones con los legitimistas franceses; imprimiendo folletos monárquicos que hizo distribuir por Andorra; redactando un proyecto de Constitución andorrana que definía al principado como un paraíso fiscal (al estilo de Mónaco o San Marino) y haciendo correr el bulo, entre sus contactos andorranos, de que contaba con grandes inversores internacionales que estaban dispuestos a convertir el diminuto país en un gran centro de negocios europeo.

Con lo que el 7 de julio de 1934, menos de dos meses después de la expulsión de Boris, el propio Consejo General de los Valles de Andorra decidió hacer caso omiso de las advertencias del obispo y, por votación casi unánime, acordó nombrar a Boris Skosirev rey, con el título de Boris I de Andorra. El nombramiento se hizo oficial diez días más tarde.
Todo esto que les cuento, que parece el argumento de una novela cómica, es rigurosamente cierto: en 1934, Andorra fue una monarquía independiente y tuvo un rey con el título de Boris I.
“¿Y cómo acabó la historia?”, se preguntarán ustedes. Pues muy sencillo: cuatro días después de la proclamación de Boris como rey, se presentaron en Andorra dos parejas de la Guardia y un sargento, y detuvieron al flamante monarca en aplicación de la Ley de Vagos y Maleantes. Lo llevaron detenido a Barcelona, y de ahí a Madrid, donde fue juzgado.

Poco antes de emitirse la sentencia, Boris se larga a Portugal, no se sabe bien si para huir de la cárcel o porque el gobierno de la República lo expulsó del país. El caso es que el 22 de noviembre de 1934 la policía portuguesa lo detiene cuando intentaba entrar en aquel país.
A partir de ahí, la pista de Boris se vuelve confusa. Dicen que terminó volviendo a Francia a reunirse con su mujer y que allí fue internado en un campo de prisioneros tras la invasión alemana. Algunos afirman que murió en 1944. Otros, sin embargo, sostienen que luchó junto al ejército alemán contra el ejército de Stalin en el frente ruso y que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. Nadie sabe con certeza qué fue de él.
Lo que es indudable es que fue rey de una Andorra independiente durante cuatro días, episodio éste que ilustra hasta qué punto de demencia pueden llegar las cosas cuando alguien se empeña en echarle a los asuntos la jeta suficiente.
Si traigo a colación la historia es, por supuesto, porque aquí en España también tenemos nuestros propios aprendices de Boris, empeñados en autonombrarse reyes del mambo de algún estado ficticio.
Les recomiendo a esos buenos muchachos que se echen un vistazo a la historia de este falso noble de origen ruso, para ver cómo acaban algunos aventureros. Más que nada, porque el final de su breve reinado ilustra algo importante: que para detener a quienes decretan independencias artificiales saltándose la ley, no hace falta enviar ningún ejército.
Basta con mandar una pareja de la guardia civil y aplicar a los delincuentes la Ley de Vagos y Maleantes.

( 16 de Diciembre de 2012 – 18:29:15 – Luis del Pino – aparecido en Libertad Digital http://flip.it/0ISY8)